Por Deniss Montero
A diario escuchamos la recomendación de mantener distanciamiento social para evitar una mayor propagación del Covid 19, pero esto no implica desconectarnos del mundo y no interactuar con los demás. En este sentido, la doctora María Van Kerkhove, epidemióloga de la Organización Mundial de la Salud (OMS), recientemente hizo una precisión semántica, al señalar que se debe aplicar el distanciamiento físico y no social, entendiendo que no podemos aislarnos o desligarnos de nuestras relaciones. El ser humano es social por naturaleza y, como tal, tiene una necesidad natural de comunicarse.
Esto aplica también para las empresas que, si bien deben priorizar su gestión en temas de la operatividad propiamente dicha, para mantener a flote sus finanzas, y en el contacto con sus empleados, no pueden desconocer a sus otros grupos de interés, especialmente a aquellos presentes en los territorios en que desarrollan su operación.
La comunicación es el andamiaje del relacionamiento. Sabemos que no es estratégico esperar a que llegue una crisis para entablar diálogos con los stakeholders, sin embargo, la emergencia sanitaria actual tiene una particularidad interesante, en el sentido en que nos está afectando a todos (personas, organizaciones, gobiernos) en proporciones diferentes, pero con impactos semejantes en salud, en productividad, en ingresos y en gastos. Esto ha llevado a que, a diferencia de otras situaciones de crisis, tanto empresas, como autoridades y comunidades estén compartiendo los mismos “dolores” y la misma incertidumbre, lo que genera el ambiente propicio para entablar un diálogo más cercano y empático.
En medio de esta crisis la comunicación debe convertirse en herramienta fundamental de apoyo para los diversos actores en el territorio, donde prevalezca un interés genuino por trabajar en equipo y encontrar soluciones viables para los asuntos urgentes e importantes. Sin embargo, la realidad nos ha demostrado cómo en algunos casos, tanto autoridades como organizaciones, la vienen utilizando con fines propagandísticos intentando mejorar su imagen o reputación, sin aportes de fondo o sostenibles, que sólo logran profundizar las dificultades.
Hoy más que nunca, las empresas presentes en los territorios tienen una oportunidad valiosa para convocar y establecer diálogos con las comunidades y sus líderes, de manera que identifiquen esos asuntos comunes que necesitan ser engranados para construir una hoja de ruta post pandemia.
Comunicar no es sólo contar las cosas buenas que hacemos (“cacarear los huevos”, como jocosamente decimos), es también escuchar al otro, metiéndose en los zapatos de sus dificultades, entendiendo sus realidades, para buscar alinear un proyecto común. Hoy más que nunca, las empresas presentes en los territorios tienen una oportunidad valiosa para convocar y establecer diálogos con las comunidades y sus líderes, de manera que identifiquen esos asuntos comunes que necesitan ser engranados para construir una hoja de ruta post pandemia. Y la comunicación aquí es protagonista estelar, con el fin de alinear a los diferentes actores bajo la sombrilla de un “proyecto territorio”.
Esto implica replantear los planes estratégicos de comunicaciones, los mensajes corporativos, los canales de comunicación y la manera de hablar con las comunidades, acercarse a los líderes clave en la zona (tanto los ya conocidos como los que han surgido a raíz de la emergencia sanitaria), y por supuesto, contar con el compromiso de las cabezas de la organización en este nuevo diálogo, porque al igual que el mundo, nuestra forma de relacionarnos debe cambiar, y no puede ser bajo el mismo modelo que teníamos hace 3 meses.
Reitero que el futuro es incierto, pero no es momento para guardar silencio y tomar “distancia social”. Mientras se va asimilando esta circunstancia es valioso dialogar, identificar los temas fundamentales comunes a todos, y buscar alternativas para sortear las consecuencias que esta pandemia ya empezó a dejar. En definitiva, es momento para estar más presentes y unidos que nunca.
De acuerdo Denis. Las empresas tienen que establecer formas fuertes, novedosas y sinceras de conectarse con sus empleados. El camino natural e inmediato es a través de sus lideres… y esos sí que tienen que cambiar sus formas, dinámicas y estilos de comunicación y relacionamiento! Con empatia y cambios en rutinas, formas y sistemas de hablar, informar y aprender. Menos egos más equipo
Totalmente de acuerdo Teresa. Más coherencia y ejemplo.